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El año de las energias renovables

Este es el año (2015) en el que el crecimiento económico y la sostenibilidad se dan la mano; es el año en el que los líderes mundiales acuerdan finalmente un tratado vinculante sobre el cambio climático; es el año en el que los ciudadanos y las organizaciones dejan de invertir en combustibles fósiles para centrar su atención en las energías renovables; no será un camino fácil pero sí el único para salvaguardar el futuro de nuestro planeta.

El Día Internacional de la Madre Tierra es un recordatorio de que nuestro planeta necesita que todos y cada uno de nosotros nos comprometamos con esta causa y contribuyamos a avanzar en la dirección correcta. Ha llegado el momento de que la ciudadanía asuma el liderazgo para que nuestros gobernantes puedan seguir nuestro ejemplo. La premura es cada vez mayor. Según la ONU, aunque el cambio climático parezca un problema muy lejano, la realidad es que ya está afectando las vidas de comunidades enteras, animales y personas de todo el mundo. Es preciso por eso un cambio profundo, por lo que este 22 de abril es una oportunidad para impulsar el Día de la Madre Tierra y mostrar a nuestras comunidades y a nuestros líderes que queremos nuevas acciones encaminadas a luchar contra el cambio climático.

En esa línea, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, incide en dos claves: la necesidad de redefinir el concepto de desarrollo sostenible y la necesidad de concertar un nuevo acuerdo universal sobre el cambio climático que sea constructivo. Ello  debe conducirnos hacia un futuro mejor, al erradicar la pobreza extrema en todas sus formas y redefinir nuestra relación con el planeta y todos y cada uno de los seres vivos que lo habitan. Como comunidad mundial, tenemos la oportunidad de hacer que 2015 sea recordado por nuestros hijos y nietos como el año en que decidimos construir un futuro sostenible y resiliente, tanto para la Madre Tierra como para todos aquellos que el desarrollo ha dejado rezagados hasta ahora.

El Protocolo de Kioto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático fue adoptado por las partes en 1997 y entró en vigor el 18 de noviembre de 2004 (esa Convención cuenta con 195 países firmantes; se denomina partes a los países miembros de la Convención). Kioto establece metas vinculantes de reducción de las emisiones y reconoce que los países industrializados y la Unión Europea son los principales responsables de los elevados niveles de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que hay actualmente en la atmósfera, y que son el resultado de quemar fósiles combustibles durante más de 150 años. El plazo de vigencia del primer período de compromiso establecido en el Protocolo expiró en 2012.

La décima cuarta Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático tuvo lugar en Durban (Suráfrica). Allí, las partes acordaron, entre otras cosas, abrir, el uno de enero de 2013, un nuevo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, cuya duración será de ocho años (es decir, que nos llevará hasta el 31 de diciembre del año 2020); y lanzar un proceso encargado de reflexionar sobre un protocolo, un instrumento jurídico o un resultado que tenga fuerza de ley y aplicable a todas las Partes de la Convención. Pues bien, ese nuevo instrumento (acordó la COP de Durban) deberá adoptarse en 2015 y entrar en aplicación a partir de 2020.

Y ahí estamos, en la ruta Durban-París (porque será en París, primera cita COP 2015, donde comience a alumbrarse el protocolo que ha de suceder al de Kioto). Según el Gobierno de Francia, la COP 21 de París deberá marcar un hito decisivo en la negociación del futuro acuerdo internacional para el periodo pos-2020, adoptando sus grandes líneas, con arreglo a lo acordado en Durban. Así, por primera vez, después de más de 20 años de negociación onusiana, todos los países, incluyendo a los grandes emisores de GEI, tanto los países desarrollados como en desarrollo, estarán vinculados a un acuerdo universal sobre el clima.